lunes, 23 de julio de 2007

El Buen Dormir

Hoy saqué a pasear a mi perra a la plaza. En eso vi a dos personas durmiendo en un banco, forrados enteros, tapados con una colcha roja, sabían el frío que les aguardaba y parecían preparados.
Pase cerca de ellos y lo primero que pensé fue, pobre gente, Dios los proteja, luego me detuve un poco más allá pensando, si fuera un verdadero cristiano, los invitaría a dormir a mi casa, pero no me atrevo. Detenido pensando estuve unos segundos, pensando en que invitarlos a dormir, no era una solución, que los alojaría esta noche pero luego que haría con ellos, a quien le endoso esta pareja, o como les soluciono el problema, qué hacer, en una de esas si llamo a carabineros, por lo menos dormirían en una comisaria, pero a la vez se sentirían tan despreciados...
Llegue a mí casa pensando el pobre es Cristo y lo he dejado sentado, es que no hay compasión, por qué ellos están ahí y yo entrando a mi casa, desperdiciando el tiempo en tonteras mientras ellos están ahí. Pensé en Camus, si el verdadero problema es me suicido o no, donde queda aquí esta situación, donde entra la miseria del mundo en una pregunta tan persona, tan egoísta.
Comencé a calentar mi comida pero no dejaba de pensar. Podría dejar de pensar en todo esto, comer mí comida ir a dormir, y se me olvidaría, esto pasaría sin pena ni gloria. Pero entonces sentí temor de que en mí no existiera ni una gota de sensibilidad, no hay compasión en mí, puedo olvidarme de que hay dos personas que acabo de ver, no en la televisión, no, ni en un libro, en vivo y en directo, sentadas, tratando o durmiendo en un plaza. Tan desalmado soy que puedo olvidarlo. Entonces pensé mientras comía, entonces la compasión no existe, estoy ahora comiendo tranquilo, no hago nada, en vez de sentir mi espíritu atormentado por el sufrimiento de alguien, me estoy llenando la guata para hablar del hambre... Quizás la compasión en verdad no existe y es sólo una palabra, y actuamos compasivamente por miedo a que no exista, porque nos aterra en realidad que no exista compasión en nuestras almas, porque nos aterra pensar que no tenemos alma, entonces, somos compasivos y esa es quizás la verdadera razón de los grandes gestos de la humanidad, del movimiento que han llevado en la historia grandes hombres, quizá finalmente se movían por miedo.
Pensé luego en lo cruda que es nuestra sociedad y el mundo en el que vivimos, acaso ha habido otra época en donde sea tan crudo ser pobre. Tenemos tanto, y aún así hay niños, hombres, mujeres, en la calle, sin casi nada, más que ellos mismos.
Pensé en mis amigos, y si fuera mi mejor amigo el que está ahí, no habría dudado en decirle, ven a dormir a mi casa, si fuera un tío tampoco, un hermano, mis padres, abuelos, un amigo de mis papas, un amigo de uno de mis hermanos, y entonces, pensaba donde es que esta relación se rompe y digo sí, él si puede quedarse a fuera.
Calenté más comida, llené un termo con agua, saqué te, azúcar, me asegure de llevar cucharas que pudiera dejarles, si era necesario, tasas que no se extrañaran, pero a la vez, nada que yo no usara, así que me preocupe de que estuviera limpio, las puse en el auto y partí.
Acaso estoy haciendo esto para sentirme mejor, para que mañana me aplaudan, para sentirme bueno, para decir, si en realidad tengo un alama, y es buena y soy un poco santo. Espero que no, pensaba, espero que no, espero que no me sienta bien, espero seguir incomodo para siempre.
Llegué a la plaza, me baje y dejé todo en el auto, para no llegar aparatoso, me acerque y les pedí perdón por molestarlos, que por favor me aceptaran una tasa de te caliente, que tenia comida caliente también, pero me dieron las gracias y me dijeron que no, que estaban bien, que no y que gracias.
Me fui a subir al auto pidiendo perdón a Dios porque ellos están durmiendo en un incomodo banco de plaza y yo no hago nada o muy pero muy poco.
Me quedé sentado en el auto pensando en que hacer, me fui lento y pendiente de si se arrepentían y me hacían una señal, nada. Cristo no quiso comer conmigo.
Quizás en realidad no tengo alma, ahora estoy aquí escribiendo, y me gana el sueño, me da miedo dormirme y que mañana se me olvide.
Quisiera no dormirme, no soñar con los angelitos, quisiera ser atormentado por el dolor de los que sufren, pero quizás no lo quiero tanto, y en realidad sólo quiero acostarme y dormir tranquilo, quizás no tengo alma ni espíritu.